Giacomo Casanova, el seductor más internacional de todos los tiempos también sucumbió a los encantos de Madrid y de las Madrileñas y dejo su huella en la Capital.
¿Quién no ha oído alguna vez la expresión “eres un Casanova ”? ¿Quién era Casanova? ¿Existió o es producto de la imaginación de un inventivo literato italiano? Pues tenemos que decir que…¡Por supuesto que existió! Esta expresión hace referencia a Giacomo Casanova, un soldado, espía, diplomático y aventurero veneciano nacido en el siglo XVIII que llevó una vida llena de relaciones amorosas que le hicieron ganarse el título de ser el héroe sexual más famoso de todos los tiempos (con permiso de Julio Iglesias). Claro, ¡con ese currículum, cualquiera!…Se estima que tuvo aventuras con unas 122 mujeres . Quizá pensáis que tampoco es para tanto. Reformulemos la afirmación, ¡se estima que tuvo aventuras con unas 122 mujeres sin utilizar Tinder!
Claro, esa conducta pecaminosa no estuvo bien vista en España, así que fue perseguido por la Inquisición. Así el pobre Casanova tuvo que viajar de ciudad en ciudad huyendo de su persecución, dejando a su paso y en cada una de las ciudades que iba visitando una mujer distinta con una cosa en común, el corazón roto.
Logicamente Madrid sería una de sus paradas, la belleza y raza de la Mujer Española no iba a pasar desapercibida ante los ojos de semejante truhán y así vendría a hacer de las suyas en la Ciudad. Para ello se hospedó en la fonda de la calle de la Cruz, una especie de hotelillo que tenía la característica de que las habitaciones se cerraban por fuera, no por dentro…¿Para qué? Para que la bendita Santa Inquisición pudiese entrar en ellas como Pedro por su casa para pillar in fraganti a las parejas de enamorados para después darles su merecido. Pero no sería a Casanova. Casanova se salió con la suya y mantuvo una «relación» con una dama que vivía en la calle del Rosal, cerca de la Gran Vía Madrileña, pero no iba a ser cualquiera, ¡sino que eligió a la «Dama Duende»! llamada así porque cuenta la leyenda que era capaz de proyectar luz con su mano.
¿Y cómo era eso posible? Bueno, lo que ocurría en realidad es que muy cerquita de la calle donde vivía la doncella se encontraba nada más y nada menos que la Casa del Pecado Mortal, conocida con ese nombre porque era una casa que acogía a las mujeres que habían dedicado su vida a la prostitución para tratar de llevarlas por el buen camino. Las puertas de aquella Casa del Pecado Mortal sólo se abrían una vez al día, por la noche, momento que aprovechaban las señoritas para salir de su encierro y airearse, y así, los generosos y hospitalarios vecinos arrojaban dinero desde sus casas para que las pobres chicas pudieran subsistir. ¿Y cómo hacer para que puedieran ver las monedas en la oscura noche? Pues tirándolas desde los balcones envueltas en papel prendido en fuego. Por eso un día cuando Casanova fue a buscar a su amante a la calle Del Rosal se encontró que la mano le brillaba mientras tiraba una moneda prendida en fuego a la calle y de ahí empezó a labrarse la fama.
Así que como véis Casanova también hizo de las suyas en Nuestra Ciudad. No obstante ya hemos dicho que no fue la única. Muchas otras doncellas tras la dama duende sucumbirían a los encantos este famoso e internacional galán. A estas alturas, seguro que tenemos a más de uno preguntándose como podía Casanova tener tanto éxito entre las Mujeres. Pues a parte de su espectacular currículum tenía un truco espectacular, un truco infalible…un truco que era…¿Cuál era?
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